“El mal comportamiento de algunos padres y madres que van a ver a sus hijos jugar puede provocar consecuencias negativas sobre los jóvenes, como posible estrés, ansiedad y baja autoestima. Se ha normalizado que muchos padres presionen a sus hijos», explican desde la escuela deportiva barcelonesa.
El objetivo de la campaña difundida es hacer reflexionar a los adultos para que no sean unos ‘hooligans’ y acudan a los partidos con una actitud educada e intención de «disfrutar, animar y descansar». Además de concienciar de que «el deporte es un espacio de aprendizaje, mejora y adquisición de valores».